sábado, 20 de junio de 2009

Historia Apócrifa
La historia perturba la historia
la memoria, filtro desvalido
apenas acierta a descifrar el hilo de unos hechos,
la sombra de unos días, el velo que enmascara
ilusiones que fueron, lejanos motivos,
una inquietud perdida, un profundo desconcierto.

Todo será apreciación,
incompleta aproximación a lo real,
el delirio de querer vivir lo que ya no es nuestro.

Miro mi propia vida, mi propia histotia,
quien diga lo que fui está mintiendo.
deslindar con certeza mi pasado
inmerso en la fábula de aquel instante
es proeza y osadía,
un cándido despertar de algo
que ni fui ni ya soy.

El precio que navega en el recuerdo
dando leyenda a lo vivido
parece ilusión a la razón
pero sólo cobija caducos matices,
desleal atributo con qué escribir
el desencanto de esta historia
irremediablemente apócrifa.

martes, 16 de junio de 2009

Las horas perdidas
Cronos perdió su zurrón;
abierto y maltrecho, sus enseres cayeron;
y en el cosmos dan vueltas las horas
esperando su mano.

viernes, 12 de junio de 2009

Amor que a mi conciencia abraza

Amor que a mi conciencia abraza,
dista tanto como clama,
así la dicha se me afana
y en su permanente búsqueda se alza.

Un sin fin de pasos se abren paso
en la maraña de sueños que me envuelve,
buscando esa luz que en su pretende
buscar, desvela mi descanso.

¿Quién marcó el sentir con este cuño.
de dónde el soplo, los labios y su huella?.
Se obstina mi ser por ser en ella,
noqueado mi conciencia por su puño.

A ti reprocho mi desvelo;
a Ti, mi súplica y mi calma.
¿Para qué el don de darme alma?
si con ella sólo ofreces desconsuelo.

miércoles, 10 de junio de 2009

Oficio de Antropólogo
Sobre una larga mesa trozos de duros huesos se debaten la gloria,
son piezas del puzzle de alguien que por hombre tuvimos.
En su engranaje, juega y disputa su valía el antropólogo.
Más allá de sus formas fósiles, arcanas y frías
una vida posible emerge de la bruna del tiempo:
¿qué misterio esconde su historia, su fe, su dios, su dicha...?.
Sordas preguntas recorren el aire del aura
y un fébril manto asalta la mano del orfebre.
Cada poro guarda un secreto, en cada esqueje una lucha,
del rudo cráneo un clandestino anhelo, un forjado engaño.
En los dados del carpo y metacarpo todo el regusto del azar
y en la desmantelada pelvis toda la humanidad futura.
Hasta aquí arribaron sus desdichas, hasta aquí todos sus éxitos,
todo lo posible, lo futuro y lo esperado.
Todo vuelve ahora con la inevitable mácula del tiempo.
Ensamblar las piezas, desandar la historia
parece sino y hechizo del escriba.
Más allá de la búsqueda, una necesidad de encuentro
se abre paso, acercando la memoria inextinguible
al misterio y su fábula.
Y entre revelación y dádiva nos llega así esta su última morada
de aquel remoto padre, anónimo Adan,
como supremo ofrecimiento del dios que sirvió.

martes, 9 de junio de 2009

Celebremos el día que amanece
Celebremos el día que amanece
sin cautela, sin propósito, sin mordaza;
que se presta en su luz a un hacer claro
a resolver sin trueque el pacto
que la vida en su andar nos trae.
La bondad por la bondad,
metálica tibieza, caridad.
Parte de mí que ya lo es
se celebra también en su frescura;
pureza renovada que supone
celebrar este bautismo en la mañana.
Gloria a los días como hoy
que regalan sin nada a cambio
una magia, una respira,
un café temprano, un alimento.
Escribo en su estela
una nota color de corazón
que traslado con un soplo sonrojado
en el aire de sus manos a ese dios.
Y vuelvo a decir gloria, nuevamente
porque ebcuentro razón en este andar,
mirando los ojos que me miran,
sientiendo el sentir de quien respira
la luz de ese milagro al despertar.

lunes, 8 de junio de 2009

Tierras Prometidas

Una plegaria lleva la espiga

Una plegaria lleva esa espiga
una reverencia, un rezo.

Se inclina pudorosa sobre la tierra
como si el grano, dura carga de la vida,
a la tierra le llevara.

Una leve danza juega en su futuro
que el viento marca con el son de los días.

Alguien nos ungió la frente con ese sóplo
y siento de sus manos mi cabeza
de espigas coronada.

Y en ellas también siento el peso de su grano
que con la misma levedad
a la tierra nos conduce.