Pequeña tinaja
Miro con satisfacción la pequeña tinaja
de la que florece el geranio.
Es la misma que anduvo en la alacena de casa
y que durante años guardó aceitunas y aceite.
De ella, en ceremonial, mi madre
ungía el plato con amor que
siempre acomnpañó a la mesa.
Ahora, después de tantos años
vuelve a estar presente en mi hogar.
Y quizá en el interior de su pared de barro,
entremezclada con la tierra,
aún queden gestos y palabras, hálito de aquella mujer
que de nuevo alimenten con el mismo amor la vida de esta planta.
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