La piedra
II
Fijada la piedra en cada sitio,
engarzadas todas ellas con sus sienes,
los labios incrustados a la tierra
y su lengua clavada en lo profundo.
Formados correodores y vestíbulos,
habitaciones y terrazas alíneadas
en confitura de huecos y paredes,
el hábitat-idea bendecido.
Al fin, la voz ocupa sus espacios,
el uso de los cierres confirado,
la estancia repleta con sus gritos
que un dia sucumbieran
al murmullo del silencio renovado.
La lluvia, jugó largas sesiones
en noches oscuras de parranda.
Y el viento, cortejó cada rincón
acechando la débil hora del sueño más tardío.
La albahaca, preñada sin escrúpulo
dominó exultante el arriate,
y el raquítico rosal de Poliantea
se refugia en la umbría de la esquina desolada.
Es la piedra en forma de granito
quien saluda en el pórtico y su arcada,
y si un día le abandonas,
deja escrito tu regreso.
Es celosa la piedra de esta casa
y maldice y reniega
del huésped que la tuvo y la rechaza.
La piedra
III
Gana la maleza en el camino,
y lo que ayer fue invitación y mesura
hoy, desgarra al ojo su equilibrio.
La providencia mediará en la lucha.
2 comentarios:
Bienvenido de nuevo, poeta, se te echaba de menos.
Ay, si las piedras hablaran...! Pero sí, de hecho lo hacen, o has sido tu que las has dotado de voz con tus versos.
Mis cordiales saludos.
La piedra nunca calla, sólo se silencia en algunas estacioes.
¡Gracias Montse!, espero poder seguir en contacto.
Un afectuoso saludo.
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